18 febrero, 2012

si me tuviera que casar ahora


Otra velada con “las chicas”. Esta vez, martes de San Valentín que, a falta de pareja de la que colgarnos del brazo rebautizamos como San Solterín. Nada nuevo. Ni siquiera es un invento nuestro... Lo que creemos que sí lo es es que nosotras la hemos repetido el viernes y, conste en acta; aún nos queda una tercera y última tanda. ¡Faltaría más! Lo bueno si tres veces, es... dejadme que cuente... ¡Ah, sí! Muchas más veces bueno.


Menú del primer San Solterín:
Canapés de paté a la pimienta con tomates cherry confitados
Ravioles con crema de queso y gambas
Bombones caseros de chocolate negro con avellanas y coco, de chocolate con leche y muesli y de chocolate blanco con cereales y frutos rojos.

Regado con:
Viña Esmeralda
Limoncello d’Amore

y todo, por descontado, "made in nuestra casa".

Menú de la repetición de la jugada de San Solterín:
Mini crepes de champiñones con bechamel y emmental
Saquitos de brick con foie, pera confitada y queso de cabra 
Milhojas de patata con manzana y morcilla de Burgos.
Galletas caseras glaseadas (con una preciosa forma de corazón y flores grabadas)

Regado con: 
Mmm, no recuerdo el primer vino. Uno francés blanco y afrutado.
Viña Esmeralda
Limoncello d’Amore
Licor de Crema de Orujo

Y de nuevo, excepto los vinos (tiempo al tiempo), todo hecho en casa.

Y mientras transcurren las horas en el suave balanceo de la buena compañía, los temas pasan deslizándose de la deliciosa comida al trabajo; de la falta del mismo a la crisis y a los equilibrios que llegamos a hacer para esquivarla con todo el humor del mundo y ya por fin, al tema de la noche (y de cada noche): el amor. Ay, amor, amor... quién te ha visto y quién te ve y yo, Contadora de Historias les cuento una que procede en la ocasión; la de San Valentín (además, la versión que más me gusta porque haber,  hay más) y ya después, con los ojos haciéndoles chispitas de amor inicio un debate: “Si me tuviera que casar ahora...”

A ver, a ver... Hago un paréntesis: Soy la única que se ha casado y además, se ha divorciado y además... ¡varias veces! Pero “si me tuviera que casar ahora...” es una manera de decir que ahora por descontado, lo haría de otro modo; que no me arrepiento de los errores cometidos pero sí los veo, reconozco mi responsabilidad pero también, me perdono. 

Hace algún tiempo, paseando con las muchísimas hijas pequeñas de mi prima, una se debió chivar de que la otra tenía novio (los niños son así y las niñas, más), y la otra que no, y la canija primera que sí y la otra que no, que sí, que no (porque los niños son así y las niñas, más) y yo intenté zanjar el asunto diciendo que eran muy jóvenes aún para tener novio. Que esperasen, pero que había una cosa MUY importante que tenían que tener en cuenta a la hora de buscar un novio. 

   -¿Cuál? – Me preguntó la canija con intriga.
   -Que sepa bailar –Le contesté con solemnidad.
   -¿Por qué es tan importante? –Me preguntó la canija de nuevo.
   -¿A ti te gusta bailar? –Le pregunté yo. 
Ella asintió.
   -¡Pues por eso! ¿No te gustaría entonces estar con alguien que sepa bailar para que así puedas pasar la vida bailando mucho?
Ella se quedó analizando seriamente mis palabras hasta contestar:
   -Mmm... casi prefiero que sepa dar masajes.

Una verdad como una casa, ¿dónde estaba este cachorro de mujercita antes de mis bodas? 

Y a esa sabiduría aprendida por una niña de medio metro más otras tres, cuatro conversaciones trascendentales mantenidas entre estas dos primeras tandas de San Solterín me han llevado a pensar y sentir muchas cosas... Veo a mis amigas ¡y hay tan buena energía entre nosotras! Es una relación tan sana, tan generosa y tan enriquecedora que a la fuerza en una pareja sólo puedes esperar que cuanto menos la iguale. 

  -Si me tuviera que casar ahora, ahora, en este punto de mi vida... elegiría a alguien muy parecido a vosotras.

Y si pensáis que era el Limoncello d’Amore que me pone tierna, pues no. La realidad es que todas esas conclusiones tenían base científica. Eran fruto del análisis largo y profundo (de a lo mejor quince minutos) después de una siesta. Momento por otra parte en que saco mi máximo potencial de lucidez...

Y es que, no lo ves cuando estás en el meollo, pero después, desde la perspectiva, sí. No deberías casarte cuando simplemente parece el paso siguiente, cuando tienes la más mínima duda de si hacerlo o no. No deberías casarte cuando te sientes solo, sino cuando te sientes preparado. Te casas, o te arrejuntas porque te encaprichas de alguien porque vale, te gusta pero ¿por qué? ¿Porque es... tan guapo? ¿Y cuándo haya un momento de crisis, eso, de qué te va a servir? 

   -En cambio -les soltaba yo a mis amigas (preciosas ellas)- comer, vas a comer todos los días, por lo menos tres veces. Si me tuviera que casar ahora, lo haría con alguien que sepa cocinar, pero de verdad, que disfrute como disfrutamos nosotras de elaborar y experimentar con platos, pasteles y licores y que comparta como nosotras estas fantásticas veladas llenas de amigos. 

Y ahí la bola del hombre perfecto con el que casarnos fue creciendo y creciendo:

   -Si me tuviera que casar ahora, lo haría con alguien valiente, curioso, bueno y que le encante jugar. Con alguien que me sorprenda con veladas románticas sin sentir que es cursi.

   -Si me tuviera que casar ahora lo haría con alguien a quien le encantara la aventura, que me propusiera “¿Y si nos vamos a vivir a... Eslovenia?”, “Jo, qué frío”, “¿Pues a   Vietnam?” ¡Y que lo hiciéramos! 

   -Si me tuviera que casar ahora lo haría con alguien muy seguro de sí mismo y de mí, y de nosotros; que nuestra relación no fuera algo que tenemos que cuestionar una y otra vez, que no sienta que tengo que hacer equilibrios midiendo las palabras y los hechos por si el amor se desmorona. Estaría con alguien que si quiere estar conmigo hoy, ¡que esté conmigo hoy! Porque el mañana no sé si existe. Sería, sin dudarlo, con un tipo muy alegre, (se le tiene que notar hasta en la cara), con alguien que quiera hacerme el amor en tantos lugares distintos y que luego sea capa de reír incluso en la cama porque además de comer, ¡quiero reír todos los días! 

Y en realidad, la mayoría de estos puntos los he tenido siempre claros pero, ¿sabéis qué? Que luego algo pasaba y me he conformado con otras cosas ¡vete a saber por qué! Sientes que  te bastan otras cosas y eso ha sido injusto conmigo, pero también mucho con la otra persona que mantenía ocupada mientras había alguien por ahí (brindando con sus amigas o no), esperando encontrarle.

Y nosotras, a la par que rellenábamos las copas y los brindis, íbamos dibujando cada vez mejor esas facetas importantes que tiene el hombre con el que nos casaríamos ahora y en el proceso recordando los puntos maravillosos que sí tenían los otros hombres de nuestra vida (por los que brindábamos despidiéndoles en paz y deseándoles lo mejor). En poco más de una hora ya teníamos un prototipo de hombre estupendo, pero ¿sabéis? No un hombre extraordinario sino en realidad absolutamente normal; de los que, seguro hay miles en el planeta, pero andan, como nosotras, felices en otros menesteres (seguramente cocinando y viajando), atento a si alguna vez, nos encontramos. Y cuando parecía que al saco de nuestro hombre ideal ya no le podía caber más atributos aún se nos ocurrían algunos más, entre los pronunciables estarían por ejemplo:

   -¡Y que sea muy alto!
   -Y que me lleve en brazos (ay, es que me encanta que me lleven en brazos).
   -Y, -como colofón final, porque soy una mujer que aprende de las lecciones que da la vida- Si sabe dar masajes, muchísimo mejor.

imagen: onlinebridalstore

“Hay que elegir como esposa a la mujer que se escogería como amigo si fuera un hombre.” 
Joseph Joubert 

“Un matrimonio feliz es una larga conversación que siempre parece demasiado corta.”
André Maurois 

“Ahí va uno de tonto, por desesperado y ese miedo idiota de verte viejo y sin pareja que te hace escoger con la cabeza lo que es del corazón.”
Ricardo Arjona

"En todo matrimonio que ha durado más de una semana existen motivos para el divorcio. La clave consiste en encontrar siempre motivos para el matrimonio."
Robert Anderson

Entradas relacionadas:
ese raro fenómeno llamado amor
cariño, espero que te guste (o como romper tu relación en dos San Valentines)
¿te quieres casar conmigo?
ácido hialurónico
te necesito (qué suerte)
as time goes bye
el amor fosforescente


4 comentarios:

  1. “Hay que elegir como esposa a la mujer que se escogería como amigo si fuera un hombre.”
    Joseph Joubert

    Me quedo con esa frase... siempre ha sido mi leivmotiv... De hecho tengo un intimo amigo del que siempre nos hemos dicho: "Si no fuera por razones obvias... me casaría contigo... ja,ja"...

    ResponderEliminar
  2. Mmm, creo que yo me quedo con "cásate cuando te sientas preparado, no cuando te sientas solo" aunque no sé si tengo voz y voto en esto... El post es mío ;)

    ResponderEliminar
  3. Yo me quedo con: "Si me tuviera que casar ahora lo haría con alguien a quien le encantara la aventura, que me propusiera “¿Y si nos vamos a vivir a... Eslovenia?”, “Jo, qué frío”, “¿Pues a Vietnam?” ¡Y que lo hiciéramos! ". La rutina te puede jugar malas pasadas.
    Sería el mejor esposo.

    Un beso enorme Pilar

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por favor, ¡y que se me haya pasado este precioso mensaje tuyo! Otro beso enorme y yo también me quedo exactamente con lo mismo.
      Un beso enorme,

      Eliminar

y tú, ¿qué opinas?